Cuando ya pasó la polémica por la cercanía del conflicto. Es hora de una reflexión serena.
Lo importante no es lo que nos ponemos sobre la cabeza, sino lo que es capaz de abrigar nuestro corazón. Cabemos todos ante las mismas pizarras, en las mismas aulas. Cabemos todos en las mismas calles, en la misma Tierra. ¡Bienvenido el velo, la kipa, la túnica, el crucifijo… siempre y cuando vistamos prendas o símbolos en pleno ejercicio de nuestra voluntad! Ya no es tiempo de exclusiones, sino de honrar todas las tradiciones sagradas que nos salen al paso.