Por Julián Mellado Hernández (pastor protestante)
Un día estaba hablando con una persona que me decía que su vida había sido un verdadero desastre. En otro tiempo había sido creyente, pero ahora ya no se consideraba como tal. Me dijo que se había olvidado de Dios. En cambio se negaba a considerarse atea. Simplemente, ya no pensaba en Dios. Y me preguntó: ¿Crees que Dios me ha olvidado?