Dentro de unos días vamos a abrir la puerta del Adviento. Así quedará inaugurado el Año Litúrgico. La abrimos cuando civilmente queda más de un mes para estrenar año. Como ves, la Liturgia y la Iglesia marcan paso diferente en la sociedad.
Y esto es lo novedoso: la Palabra nos invita a poner una estrella en la noche cerrada de la humanidad, una palabra de espera en las desesperanzas; nos invita a mirar a lo alto, hasta ver caer (y ¡apresurar!) la bendición de Dios, mientras otros sólo esperan de la tierra el premio a sus sudores. La verdad es que «arriba y abajo» son categorías que quizás no están bien empleadas. No sabemos dónde está el cielo ni dónde el infierno. Pero hemos convenido en hablar espacialmente del cielo como