Domingo 2º de Adviento – 4 de Diciembre de 2011
Evangelio: Mc 1, 1-8
En este tiempo de Adviento el desierto adquiere un protagonismo especial. Y el desierto encierra en sí una ambigüedad tremenda: durante el día el calor es agobiante, por la noche el frío puede ser mortal.
No existe sólo el desierto geográfico: está el desierto humano, personal, aquel que todos experimentamos alguna vez en nuestra vida. Y no es menos ambiguo.
El Reino de Dios no comienza a ser anunciado en grandes ciudades ni en lugares de lujo, sino en el desierto.