Navidad: llenar el corazón de personas
Posted by antenamisionera en diciembre 6, 2011
En el fondo a todos nos gustaría no necesitar de nada ni de nadie. Ser totalmente autosuficientes. Podríamos programar nuestra vida sin depender de nadie. ¡Sería genial! ¿No?
Pero como siempre la realidad cambia nuestros deseos egoístas y autosuficientes.
El ser humano es el “animal” que más tiempo necesita para vivir de forma autónoma, sin depender de nadie.
Curiosamente eso no nos hace inferiores al resto de los seres vivientes, sino que nos hace más cercanos a Dios nuestro Padre y Madre.
Sería Dios quien no necesita de nadie para ser Él mismo. Sin embargo eligió ser hermano y hermana de toda persona humana, haciéndose semejante a nosotros en todo menos en el pecado.
Dios se hizo hombre en Jesús porque necesitaba llevar en su corazón los nombres de cada persona que en el mundo han sido, son y serán.
Nuestro Dios no sería Dios si le faltáramos en su corazón alguno de nosotros, sus hijos. Buenos o malos, justos o injustos, pero todos amados por Él.
Me lleva a pensar así tres líneas de un poema de Monseñor Casaldáliga que he leído en estos días:
“Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”.
Lo que realmente da contenido a nuestra vida es el hecho de que nuestro corazón esté lleno de nombres que guardamos con cariño, incluso aquellos que en un determinado momento nos hayan producido dolor.
Y en eso, como en tantas cosas, somos imagen y semejanza de Dios.
Dios es Amor porque su corazón está lleno con el nombre de todos sus hijos e hijas. Nadie queda excluido, nadie sobra. Todos somos valiosos e importantes a los ojos de Dios.
Navidad es la celebración de Dios que se hace presente en la pobreza y la exclusión para poder estar cerca de todos sus hijos e hijas, con una especial predilección hacia los últimos, los más pobres, los más marginados… aquellos a quienes el resto de sus “hermanos” dejaron de considerarlos y valorarlos como “personas”.
De ahí nace la misión de la Iglesia. No se trata de hacer más cristianos o más bautizados… se trata de hacer que los más marginados, que aquellos a quienes les negamos toda dignidad o valor, se sientan amados por Dios, descubran que tienen un valor que ni el hambre, la injusticia o la muerte prematura les puede quitar… porque ellos son los preferidos por Dios, a ellos les pertenece el Reino, ellos son acogidos con cariño en el corazón de Dios.
Ese cariño es el que los cristianos y la Iglesia deberíamos demostrar. Esa es nuestra principal tarea… todo lo demás nos vendrá como añadidura.
Mientras nuestras prioridades vayan por otro lado: defender nuestros intereses, nuestro prestigio como institución… nos iremos alejando de las prioridades de Dios.
Como cristianos, como Iglesia, llenemos nuestro corazón de nombres, de humanidad, no de dogmas y normas que ni nosotros somos capaces de cumplir.
Entonces seremos evangelizadores: comunicadores de una Buena Noticia para todos los hombres y mujeres de nuestro mundo.
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