(Domingo 17º TO, 29 de Julio de 2012)
Un día se me acercó un mendigo y me dijo, “Quiero pan”.
“Eres muy listo y has encontrado la mejor panadería de la ciudad”, le dije.
Cogí un libro de recetas de la estantería y comencé a decirle todo lo que sabía sobre el pan.
Le hablé de la harina de trigo y de cebada. Mis conocimientos me impresionaron incluso a mí a medida que le recitaba las medidas y la receta del pan. Le miré y me sonreía.