María, la mujer en una historia de esclavitud institucionalizada

Por Trinidad León (Antena Misionera)

La historia de María, la madre de Jesús, el Hijo de Dios, el Señor, se inscribe en el ámbito cultural de lo que llamamos Próximo Oriente. Por muchos siglos que hayan trascurrido, sigue presentando en muchas de sus sociedades actuales, las mismas o muy similares situaciones de marginación, maltrato, violencia sexual que hace 2000 años.

La historia de las mujeres, desde mucho antes de que la historia se convirtiera en “historia” y pudiera ser reconstruida de alguna manera, y silenciada de muchas otras, tiene muchos puntos en común hasta hoy mismo, hasta este instante. Es una historia de esclavitud y liberación continua. María de Nazaret se encuentra dentro de este espacio físico-cultural de historia vivida, contada y silenciada, dado que era miembro de un pueblo sometido a un imperio militar, político y económico (Roma), ella, su vida, es paradigma que nos permite comprender de qué modo el misterio de la Encarnación asume todas las situaciones de humillación y esclavitud en que vivían y viven los pueblos esclavizados, privados de libertad y de su cultura y de su propia identidad.

Desde siempre, las mujeres y los niños representan la parte más vulnerables de todas las sociedades dominadas por un falaz sentido del poder; poder ejercido sobre pueblos sometidos a sangre y fuego. La violación de las mujeres forma parte de la victoria alcanzada; su cuerpo es usado como medio de dominación sobre el vencido. Tenemos muchos ejemplos dolorosamente actuales: desde la reciente y vergonzosa guerra entre los pueblos balcánicos (serbios, croatas, bosnios,…) en la Europa del siglo XX, pasando por las interminables guerras tribales entre las naciones surgidas tras el colonialismo europeo en África y Asia, las violaciones y matanzas de mujeres en Pakistán, India, Afganistán, México… o en cualquier otro rincón del mundo..

La historia de una mujer violada es la historia de la humanidad. La mujer portadora del Hijo de Dios en su vientre no es ajena a la historia de cualquier mujer que sufre la opresión y la violencia en sus propias entrañas (cf Mt 1, 18-24). ¿Puede alguien cambiar esta historia…? Dios mismo la ha sufrido en el Hijo encarnado. La historia continua escribiéndose, somos parte de ella… ¿Lograremos la libertad que Dios nos ha regalado? Está en nuestras manos. Y María de Nazaret es compañía fiel y solidaria: conoce, desde las entrañas, nuestro sufrimiento.