Llevamos mucho tiempo, demasiado, hablando de «la» Iglesia. De «esa» Iglesia compinchada con el poder, con el dinero, con los secretos. De las declaraciones de «la» Iglesia sobre el preservativo, la moral sexual, los matrimonios gay, la mujer… Se nos hincha a todos la boca a la hora de hablar de «la» Iglesia. Sobre todo a los creyentes. Y ha llegado, creo, la hora de cambiar el paso.
Lo hemos dicho en varias ocasiones, y debemos aplicarnos el cuento: el Papa sólo es un hombre, por muchas esperanzas que muchos hayamos depositado en esa esperanza que nos trae Francisco y sus gestos. Los gestos son importantes, generan expectativas (que, si no se cumplen, provocan espléndidas decepciones) y contagian alegría y complicidad. Pero se quedan en nada si no comportan compromisos: este Papa parece dispuesto a asumirlos, y con él toda «la» Iglesia. Pero hay que pedir más. Corrijo: hay que pedirnos más. Lee el resto de esta entrada »