BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

Los nombres de Dios

Posted by antenamisionera en julio 24, 2013

Por María José Ferrer*Ferrer
Pese a que la teología tradicional afirma que Dios no tiene sexo ni género, lo cierto es que pensamos a Dios en masculino. Prueba de ello es que la palabra “Diosa”, aplicada a la Divinidad cristiana, no solo resulta extraña, sino prácticamente escandalosa. En realidad, se utilizan muy pocos nombres para hablar de Dios –casi todos masculinos–, a los que se añaden “atributos”. Así, se dice que Dios es misericordioso y justo, por ejemplo, en lugar de decir que es la Misericordia o la Justicia. Esta pobreza léxica es también empobrecimiento, puesto que limita y condiciona la imagen de la Divinidad.
En la Biblia, sin embargo, encontramos diversos nombres divinos. YHVH (“Yo Soy”) era innombrable, porque en la mentalidad semita, nombrar es conocer, y conocer, de alguna forma, es poseer. Y esa inefabilidad, precisamente, es la que hace que la Divinidad reciba muchos y distintos nombres, ninguno definitivo, ninguno totalizador: Adonay, Elohim, Ruah, Altísimo, Shekinah… Algunos de estos términos son gramaticalmente masculinos, otros, como Ruah y Shekinah, femeninos, y otros son neutros.
La tradición cristiana también es muy rica en su manera de nombrar a Dios, aunque los nombres femeninos no se han transmitido del mismo modo de los masculinos. Las corrientes de espiritualidad, las tradiciones que nos han llegado de los monasterios femeninos medievales y de otras épocas han nombrado a la Divinidad de diversos modos, pero muchos nombres no se han incorporado a la teología tradicional ni a la liturgia oficial.
La Teología Feminista ha recuperado esta tradición y, junto a los nombres divinos heredados de los textos bíblicos y de tradiciones no siempre visibilizadas, ha inventado otros, acrecentando el abanico de posibilidades de dirigirse a la Divinidad o de hablar de ella, lo que frena el fundamentalismo y otro tipo de reduccionismos que convierten a Dios en ídolo. Diversificar los nombres divinos enriquece la perspectiva humana de la Divinidad y le devuelve, paradójicamente, una de sus cualidades más “divinas”: la inefabilidad.

*Filóloga y miembro de la Escuela Feminista

de Teología de Andalucía (EFETA)

 

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