Navidad… ¿agua de borrajas?
Posted by antenamisionera en octubre 26, 2013
Qué bonito cuando llegan estas fiestas y en nuestro países de tradiciones cristianas se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret e incluso se quiere presentar como una simbólica espera de una “segunda venida” suya.
Entre otras actividades propias de estos días se tiene la costumbre de hacer regalos a las personas con las que convivimos, regalos grandes, regalos menos grandes y regalos que pueden tener solo un significado circunstancial.
Las empresas de comercio saben muy bien las tendencias de sus clientes y presentan como apetecibles y agradables productos que no tienen una utilidad concreta y suelen quedar como un estorbo en las repisas o en los muebles de casa. En los casos de los alimentos se pueden quedar varios días o semanas en el frigorífico porque no siempre se pueden comer en su totalidad dada la abundancia de estos productos durante este periodo.
Cuando los regalos son juguetes la situación nos desborda.
Y ¿queréis saber cómo termina todo este consumo?
Una maestra preguntaba a los niños de primaria cómo pasaban cada uno de ellos la Nochebuena, cada uno daba su versión de cómo iban al templo y volviendo a casa encontraban sus regalos colgados del árbol o al lado del Belén. El niño de judío también contó su versión: la víspera de Navidad esperamos que llegue papá del trabajo, luego vamos todos en el Rolls Roice y vamos al almacén de la fábrica de juguetes, allí delante de las estanterías medio vacías nos ponemos a cantar: “Qué buen amigo nuestro es Jesús” (Una tonadilla cristiana muy conocida en el ambiente anglosajón).
No estoy seguro, pero me parece que no recuerdo dónde he puesto los regalos del año pasado.
Por la Navidad también se adorna la casa, se pone el árbol y luces de colores parpadeantes con sus bolas de cristal llamativas y tiras plateadas colgando por los lados. En algunas casas también ponen el Belén sin falta de detalles. Incluso las fachadas de las casas, las ventanas o balcones aparecen iluminados con aires de fiesta.
Claro que cuando a primeros de enero se vuelve a quitar todo, la imagen de árboles secos por las calles o tirados alrededor de los bidones de la basura resulta más bien patética.
La Navidad se celebra también con solemnes ceremonias en las iglesias de todas las confesiones, no con mucha asistencia de fieles, aunque en esos días suelen ser más numerosos. Pero eso sí, muchos cantos alegres, movidos y festivos que se refieren a un hecho lejano en el tiempo pero que quieren hacer presente de alguna manera un hecho lejano en el tiempo pero significativo para el momento actual. Muchas luces también, ¿cómo no? Y algarabía por todos los lados. Todo esto tendría que llevar a los que celebran esta conmemoración a considerar que aquel Jesús que nació hace cerca de dos mil años en Belén está presente en sus vidas y que algún cambio o alguna mejora en su conducta tendrían que hacerse visible…
La verdad es yo no suelo cambiar mucho y me cuesta ver cambio alguno en los que asisten a esas ceremonias.
Una cosa que no suele faltar tampoco en Navidad son las felicitaciones, o bien por el correo normal, o entregando a mano una postal o ya mucho más que nunca por correos electrónicos y por las redes sociales. Aparecen palabras bonitas refiriéndose a deseos maravillosos de felicidad, bienestar y buena suerte. Profusión de
Personalmente dudo que todo este movimiento de deseos a través de esas bonitas palabras alcance los buenos resultados que se han deseado. Yo no he visto que la vida de nadie haya cambiado por eso. Aunque la expresión de un buen deseo es de por sí algo positivo.
Una obligación
En Navidad hay que ser buenos, hay que hacer obras de caridad, hay que ayudar a los necesitados porque es una exigencia del momento. Es entonces cuando se preparan lugares de acogida, cuando se asiste a personas que se han quedado sin casa, cuando de dan limosnas más generosas, cuando se invita a comer a algún pobre… Y si la persona que invita es conocida e importante hay que publicarlo en los medios de comunicación fotos, reportajes y alusiones a la bondad y generosidad que lo ha movido a realizar ese acto. Patético, ¿verdad?
Las personas que han recibido esas invitaciones y que han sido suficientemente dignas de aceptarlas al día siguiente estarán igualmente sin casa y dormirán en la calle ante la mirada de los paseantes sin que se sienta mucha pena por ellos.
Por supuesto que no todo es negativo. Por supuesto que la Navidad tiene su encanto. Quizás no tanto como tenía en el pasado cuando en casa se repartía el turrón que nos regalaban y se repartía en trozos iguales para todos aunque la igualdad fuera imposible en algunos casos, como cuando se trataba de turrón duro. Ahora los médicos dicen que no se pueden comer dulces, pero nosotros hacemos una excepción a la regla “porque es Navidad”.
Os deseo a todos una feliz Navidad!
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