Los encuentros con Jesús resucitado
Posted by antenamisionera en abril 16, 2015
Domingo 3º de Pascua – 19 de Abril de 2015
Las lecturas evangélicas de estos domingos de Pascua nos ofrecen escenas en las que Jesús resucitado se manifiesta en su nueva presencia a sus discípulos. Jesús quiere culminar con ellos su proceso de fe, afianzándoles para la misión a la que les ha llamado y en la que ellos han prometido seguirle.
En la página de Lucas, Jesús al presentarse, les saluda: ”la paz esté con vosotros”. El miedo aún les sobrecogía. Estaban con puertas y ventanas cerradas. Dos discípulos les habían asegurado, que al huir de Jerusalén a Emaús, Jesús se presentó entre ellos, se encendían sus corazones al oír sus palabras y le reconocieron en la cena al partir el pan, no pudieron dudar, era él, resucitado. También Pedro, Juan y algunas mujeres aseguraban que Jesús había resucitado. Ellos seguían encerrados, con miedo.
Lucas señala que Jesús, al superar su desconcierto, restablece con ellos un trato de confianza. Son encuentros inesperados para ellos, que aun cargados de misterio, les colman de alegría. Jesús les reafirma en sus deseos de seguimiento a él y de su misión evangelizadora, posiblemente ellos aún entristecidos por su muerte en cruz tan escandalosa.
Seguirle a él es lo que pedía a quienes se le acercaban manifestándole deseos de cambio de vida. A Jesús le seguían de cerca no solamente los doce apóstoles. Le seguían las gentes, para oír su palabra, para encontrar en él alivio en sus dolencias, para aclamarle.
El mensaje de Jesús resucitado, ante todo, es su palabra de que sigue vivo, vivo en nuestras vidas, que no nos ha abandonado. Jesús desea que quienes le deciden seguirle recobren la confianza, la amistad, la seguridad en él. Ésta es la tónica general en todos estos relatos evangélicos que hablan de los encuentros de Jesús resucitado con sus amigos. Lo escuchamos hoy en este relato de Lucas, era su deseo con los discípulos de Emaús, con María Magdalena, en el lago de Tiberiades. Los evangelistas destacan la confianza que Jesús manifiesta con todos ellos. Son todos encuentros amistosos, cargados de afectividad.
Nuestra experiencia confiada, amistosa del trato con Jesús será siempre modesta, nunca podremos tener la seguridad de que vivimos en plenitud su espíritu. Estamos en camino, sin haber alcanzado la plenitud del vivir en el ser de Dios, estamos en nuestra vida en fase de transición con incertidumbre. Únicamente nos podremos acercar a la convicción de la presencia del Señor al vivir su palabra de amar, de generosidad, de practicar las bienaventuranzas, fueron sus palabras que pronunció y vivió plenamente, pero siempre con la certeza de que un día podremos poseer aquello que Jesús nos ha prometido y que esperamos alcanzar. El espíritu que mora en nosotros es el que nos conduce para poder llegar un día a ser partícipes de su vida divina.
Si queremos asemejarnos a la vida de Jesús acerquémonos a quienes sufren junto a nuestra vida, tengamos la seguridad de que allí está especialmente presente Jesús resucitado vivo, aunque desconocido y olvidado para casi tantos a los que él ama entrañablemente. Es una presencia buena, entrañable como todas las de Jesús, que nos abre al verdadero destino y al sentido de nuestra vida.
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