La importancia de “permanecer”
Posted by antenamisionera en abril 29, 2015
Domingo 5º de Pascua – 3 de Mayo de 2015
Los evangelios son escritos catequéticos que, de alguna manera, reflejan la vida de la comunidad cristiana en que se escribieron. Cuando se escribe el evangelio de este domingo, parece que la comunidad está pasando por persecuciones y penalidades. Jesús es visto como la vid a la que han de estar unidos los sarmientos para dar fruto, se dice que “a todo sarmiento que no da fruto, lo poda para que dé más fruto”. Esa poda puede significar algo doloroso que ocurrió, y que ocurrió por voluntad de Dios con la intención de que esa comunidad dé más fruto. Nosotros no sabemos en qué consistió esa poda.
Además, en este evangelio hay una insistencia machacona: apenas tiene ocho versículos y en ellos parece por siete veces el verbo “permanecer”.
Ahí se encierra una de las claves fundamentales del ser cristiano: permanecer.
Tener buenas intenciones, mejorar nuestra vida, actuar a partir del amor a los demás, preocuparnos por los más pobres… son cosas que a todos se nos pasan alguna vez por la cabeza y decidimos hacerlo. El problema es cuando empiezan las dificultades.
No es raro que cuando decidimos actuar de acuerdo al mensaje de Jesús y eso empieza a ser difícil y exigente, muchos nos justificamos: somos humanos, somos débiles, es demasiado.
Y empezamos a dar marcha atrás. No es para tanto, hay cosas a las que no puedo renunciar… nos olvidamos que Jesús renunció a su vida, asumiendo la muerte en cruz, para permanecer fiel a su Padre y al mensaje que había anunciado.
Jesús pide a sus discípulos que permanezcan fieles a lo que han aprendido de Él. Solo esa permanencia fiel, hasta las últimas consecuencias hará que nuestra vida produzca frutos que valgan la pena.
Pero, cuando nuestra forma de vivir puede llevarnos a perder la imagen que hemos logrado frente a los demás, pone en cuestión la situación que hemos alcanzado, o pone en peligro, como fue el caso de Jesús, nuestra propia vida… ahí repensamos las cosas y el instinto de supervivencia física, social o económica surge con fuerza inesperada.
Que de vez en cuando le demos una mano a los demás es aceptable. Que estemos dispuestos a dar mi vida por los demás, hasta las últimas consecuencias, eso ya se hace más difícil. Mejor lo dejamos para más adelante y de momento sorteamos el hoy de la manera que menos nos afecte.
Así nos vamos acostumbrando a vivir en la ambigüedad. Nos damos hasta que aparece la señal de peligro. Ahí mejor parar y esperar tiempos que no sean tan exigentes.
Cuando lleguen tiempos menos exigentes, haremos el mismo razonamiento.
La pegunta es: si nos movemos con esos criterios ¿qué frutos da nuestra vida? O si queremos ser un poco más sinceros ¿estamos tomando en serio nuestro ser cristianos?
Su familia, sus amigos, sus discípulos le dijeron muchas veces a Jesús que midiera las consecuencias de sus palabras, de su forma de actuar.
Jesús no les hizo caso. Sabía que el Padre es Amor, Amor sin condiciones y destinado a todos los seres humanos. Por eso no podía ponerse límites. Permaneció fiel al Padre. Intuía que aunque tuviera que pasar por la muerte el Padre no lo abandonaría. Y Dios le dio la razón resucitándolo de entre los muertos.
Solo desde aquí podemos entender las palabras de Jesús: “El que quiera seguirme que cargue con su cruz (esté dispuesto a llegar hasta el final) y me siga”. El Padre no lo defraudará y experimentará lo que es vivir la Vida en plenitud y dará un fruto “sabroso” (como el buen vino) para toda la humanidad.
Deja una respuesta