Corazón pobre, que no “pobre corazón”
Posted by antenamisionera en mayo 29, 2015
Por Bernardo Baldeón
El orden de las palabras sí suele cambiar el resultado. De hecho no es lo mismo “un hombre pobre” que “un pobre hombre”. Al hombre pobre le faltan cosas y por eso tiene espacio para recibir; el “pobre hombre” es aquel que puede estar lleno de cosas que posiblemente nunca utilice, pero que como persona no vale nada. Se ha autodegradado.
Lo mismo pasa con el corazón. Un “corazón pobre” es un corazón en el cual aún hay espacio para cosas nuevas, para sentimientos nuevos, para personas nuevas, para dar lugar a los sufrimientos y las alegrías de los otros. Un “pobre corazón” es aquel que está lleno de sí mismo, de sus aspiraciones, de sus sentimientos, de su ego. No hay espacio para lo nuevo ni para los otros.
Y ya que hemos comenzado a hablar de palabras, permítanme que les recuerde que la palabra “misericordia” no es lo que muchas veces entendemos: yo que tengo, yo que puedo me rebajo con piedad para dar una ayuda –bien medida- al pobrecito que está peor que yo. Y aunque yo haya contribuido de alguna manera a que sea pobre, de paso lavo mi conciencia.
Misericordia significa, literalmente, corazón mísero, es decir corazón pobre. Tener un corazón al que no le llena su propio yo, sino que reconoce que necesita de los demás y por eso tiene espacio, tiempo y capacidad, en lo más íntimo de sí mismo para recibir y acoger a quien es diferente, a quien otros le niegan espacios y posibilidades de vida. Misericordioso es aquella persona que está dispuesta a compartir lo que es más importante para ella, y que está lejos, muy lejos de unas cuantas monedas.
A finales del pasado mes de abril, el papa Francisco, coincidiendo con el aniversario del genocidio armenio, daba oficialmente comienzo al Año Santo de la Misericordia.
Entre otras cosas, Francisco subraya que “la misericordia es acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro”.
Dios no se acerca a nosotros como todopoderoso o como juez. Se acerca con un corazón pobre para acogernos con ternura maternal.
Y añade el papa: “misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”.
Por supuesto, no falta una palabra para la iglesia: “la misericordia ha de impregnar toda nuestra vida cristiana, es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo debe carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del amor misericordioso y compasivo”.
Tenemos que cambiar nuestra forma de entender a Dios, modificar nuestra manera de ver y tratar a los demás, replantearnos la misión de la Iglesia a partir del amor misericordioso.
Todos, como personas e instituciones, tenemos la tentación de sentirnos dueños de la verdad… nos llenamos el corazón de “nuestras verdades” y queremos imponerlas.
Pensar en clave de misericordia es darle la vuelta al calcetín… Somos nosotros los primeros que tenemos necesidad de aprender antes de atrevernos a hablar.
RAQUEL said
Excelente!! como todo lo que dice y publica!!