Domingo 4º Adviento, 20 de Diciembre de 2015
Toda palabra puede ser puñal que hiere o bálsamo que cura. Depende de cómo la utilicemos.
Con las palabras podemos matar la fama de una persona buena, podemos llevar hasta el abismo a base de mentiras a quien nos escucha. La palabra puede ser un arma peligrosa.
Con razón decía el apóstol Santiago: “Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en su tribulación y no contaminarse con la mentalidad de este mundo” (Santiago 1, 26-27). Lee el resto de esta entrada »