El hecho religioso introduce un elemento extraño en la vida. Un elemento ajeno a la realidad constatable, demostrable, palpable. Es una realidad empíricamente ajena a lo real. Y prueba de ello es que no tenemos instrumentos comprobatorios, que demuestren de forma indiscutible e incuestionable, científicamente probatoria de que la religión es un componente esencial y propio de la vida. De la realidad de la vida. No existe ni semejante argumento, ni instrumento alguno que nos puede hacer patente la evidencia de lo que jamás ha sido evidente. Ni puede serlo. Lee el resto de esta entrada »