Somos responsables de nosotros mismos
Posted by antenamisionera en febrero 11, 2016
Domingo 1º de Cuaresma – 14 de febrero de 2016
Normalmente decimos que creemos en un único Dios. En realidad nos movemos creyendo en dos “dioses”. Somos herederos de una mentalidad maniqueísta, que tiene un planteamiento de base: existen dos poderes iguales, el bien y el mal; existen dos dioses el Dios bueno y el Dios malo (el demonio) con poderes iguales, que luchan entre sí… y el campo de lucha son las personas.
Es una mentalidad que nos resulta cómoda. La lucha entre el bien y el mal estarían en un ámbito superior donde nada podemos hacer. Nosotros simplemente la sufrimos. Es una forma fácil de eludir nuestra responsabilidad.
El ladrón de diamantes
Un cuento de Toni Roberson nos puede ayudar a comprenderlo:
Había un consumado ladrón de diamantes que solo quería robar las joyas más exquisitas. Este ladrón solía deambular por la zona de compraventa de diamantes con el fin de “limpiarle” el bolsillo a algún comprador incauto.
Un día vio que un comerciante de diamantes muy conocido había comprado la joya con la que él llevaba toda su vida soñando. Era el más hermoso, el más prístino, el más puro de los diamantes.
Pleno de alegría, siguió al comprador del diamante hasta que éste tomó el tren, y se hizo con un asiento en el mismo compartimento. Pasó tres días enteros intentando meter la mano en el bolsillo del mercader. Cuando llegó al final del trayecto sin haber sido capaz de dar con la gema, se sintió muy frustrado.
Aunque era un ladrón consumado, y aun habiéndose empleado a fondo, no había conseguido dar con aquella pieza tan rara y preciosa.
El comerciante bajó del tren, y el ladrón le siguió. De repente, sintió que no podía soportar por más tiempo aquella tensión, por lo que caminó hasta el mercader y le dijo:
— Señor, soy un famoso ladrón de diamantes. He visto que ha comprado un hermoso diamante y le he seguido en el tren. Aunque he hecho uso de todas las artes y habilidades de las que soy capaz, perfeccionadas a lo largo de muchos años, no he podido encontrar la gema. Necesito conocer su secreto. Por favor, dígame cómo lo ha escondido.
El comerciante replicó:
— Bueno, vi que me estabas observando en la zona de compraventa de diamantes y sospeché que eras un ladrón. De modo que escondí el diamante en el único lugar donde pensé que no se te ocurriría buscarlo: ¡en tu propio bolsillo!
A continuación metió la mano en el bolsillo del ladrón y extrajo el diamante.
Mirar nuestro interior
El diamante y el deseo de robarlo están en nuestro bolsillo, en nuestro interior. La lucha entre el bien y el mal nace en nuestro corazón. Y cada uno de nosotros somos responsables de cómo la afrontamos y qué solución le damos.
El mensaje del Evangelio es una llamada a asumir nuestra responsabilidad, porque solo desde ahí seremos más humanos cada día.
Es un conflicto que vivió el mismo Jesús a lo largo de toda suvida y que los relatos evangélicos resumen en las tentaciones. La lucha se da en su interior. Él tiene que responder desde su libertad. De la respuesta que dé dependerá cómo vivirá su vida y si será capaz de cumplir la misión que el Padre le ha encomendado.
En la soledad del desierto se enfrenta con las contradicciones que se dan en todo corazón humano… Se niega a “tentar a Dios”, a poner el conflicto en otro nivel, la respuesta depende únicamente de Él.
Las tentaciones
El detonante de la tentación es, como siempre, el hambre; en concreto, el hambre de poder: económico, religioso o político, que se sintetiza en la triple tentación con la que tiene que lidiar todo ser humano: el tener (dinero), el aparentar (imagen, prestigio), el dominar (poder sobre otros).
Convertir las piedras en pan: tener rápido y fácil. Tirarse desde el alero del templo: dar un espectáculo frente a la multitud aparentando un prestigio para que lo sigan. Dominar todos los reinos: adquirir un poder forzado sobre los otros.
Con distintas formas externas las tentaciones de Jesús no son muy distintas de las que nosotros como personas y como Iglesia experimentamos con frecuencia.
Llamada a la responsabilidad
En definitiva la cuaresma es una llamada a la responsabilidad. En medio de los conflictos que se dan en nuestro interior tenemos que decidir qué queremos hacer con nuestra vida, Cómo queremos actuar. Qué precio estamos dispuestos a pagar.
La respuesta depende de cada uno de nosotros.
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