BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

La verdad pasa por las obras, no por las palabras

Posted by antenamisionera en febrero 24, 2016

Domingo 3º de Cuaresma – 28 de febrero de 2016

Evangelio: Lc 13, 1-9.

 

Quizás la conozcas. No sé si es una anécdota o un hecho real de algunac3-1 de las 2 guerras mundiales, pero tiempo que se repite en distintos lugares. Hace años que lleva “circulando” por ahí”. Dice así.

Un capellán, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:

            ¿Quieres que te lea la biblia?

            Primero dame agua, que tengo mucha sed, le dijo el herido.

            Y el capellán le convido al último trago que tenía en su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.

            -¿Ahora, puedo leerte la Biblia?, le preguntó de nuevo

            Primero dame de comer, que me muero de hambre, suplicó el herido.

            El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.

            – Tengo frío, fue el siguiente clamor. Y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña pese al frío que calaba y cubrió amorosamente al herido…

            Ahora sí, le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. Quiero conocerlo…

«La verdad está en las obras, no solo en las palabras». Es como si dijéramos en términos escolares: ésta es la prueba del nueve en nuestra vida diaria. Jesús mismo nos lo enseñó en el Evangelio: «No todo el que dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos».

Recordemos algunos testimonios que avalan esta afirmación:

– Tertuliano escribe de los primeros cristianos: «Mirad cómo se aman» y así, se propagó el cristianismo.

– San Juan insiste de igual modo: «No amemos de palabra, sino de obra y de verdad».

– Pablo VI decía que nuestros contemporáneos no quieren maestros, reclaman testigos.

«La verdad está en las obras». Saboreemos en silencio esta afirmación. Dejemos que penetre en nuestro corazón hasta hacerla vida.

No está de más recordar aquel pasaje de la vida de san Francisco de Asís cuando invita al hermano León para que le acompañe a predicar. Dan una vuelta por la ciudad y regresan al convento sin haber pronunciado una sola palabra. Extrañado, el hermano León pregunta al santo: ¿No íbamos a predicar? Y este responde: Ha sido el sermón del ejemplo.

¡El sermón del testimonio de vida! ¡Cuántas veces en lenguaje coloquial nos acusamos a nosotros mismos con el refrán tan conocido: «Consejos vendo y para mí no tengo»! Porque la incoherencia entre lo que decimos y hacemos nos deja al descubierto.

«La verdad está en las obras». ¡Qué fuerza tienen las palabras cuando se rubrican con la vida! Porque solo esta convence.

¡Qué fácil nos resulta hablar y qué difícil ser! Porque «las obras dan testimonio de lo que somos». Somos cristianos no porque nos llamemos así o porque los otros nos nombren de este modo. «La verdad está en las obras».

Cuentan que Alejandro Magno en una batalla muy dura vio que un soldado suyo huía cobardemente del peligro. Lograda la victoria hizo que lo trajeran a su presencia y le preguntó: « ¿Cómo te llamas?». «Alejandro», respondió el interrogado y el emperador dijo tajantemente: «O cambias de nombre o cambias de conducta».

¿Podría decirnos el Señor a nosotros lo mismo cuando nuestras obras no responden al nombre de cristianos?

Que a lo largo de este tiempo de Cuaresma resuene dentro de nuestro corazón: “La verdad está en las obras, no solo en las palabras”.

 

Oración breve

 

Por nuestros frutos nos conocerán.

Y nosotros nos debatimos en mil elucubraciones

intentando definir la mejor manera de seguirte,

mientras los otros solo ven cómo amamos

y aprenden de nuestra generosidad y justicia.

Queremos ser, gesto cálido, palabra oportuna,

sonrisa acogedora, mano tendida,

mirada disculpadora y persona amiga.

Porque deseamos parecernos a ti.

Nuestro fruto ha de ser el amor,

traducido en compañía, en caricia y en ternura.

Ayúdanos a ser luz en medio de este tiempo de oscuridad,

sal en este mundo soso, que necesita tu chispa y tu alegría.

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