Por José Ignacio González Faus
Regresados ya a la droga futbolera habitual, conviene saber algunas cosas. En 2010 el mundial de fútbol del 2022 fue asignado a Qatar: pequeño país, gran productor de petróleo, con unos 2,300.000 habitantes de los que casi el 90% son inmigración: entre ellos, algunos diplomáticos, negociantes etcétera y el resto mano de obra, atraída sobre todo por las obras del mundial: más de 600.000 indios, medio millón de nepalíes y 250.000 filipinos…
Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la OIT y la Confederación Sindical Internacional (CSI) han denunciado varias veces las condiciones injustas e inhumanas en que viven esos trabajadores que construyen campos, hoteles y demás instalaciones para los fastos balompédicos del 2022. Los MCS occidentales no suelen dar eco a esas denuncias y el gobierno qatarí se encarga de desmentirlas, mientras la policía persigue a los curiosos que se interesan por la suerte de esos trabajadores. Lee el resto de esta entrada »