De pastores, ovejas y borregos…
Posted by antenamisionera en mayo 2, 2017
Domingo 4º de Pascua – 7 de Mayo de 2017
Evangelio: Juan 10, 1-10
Conocemos la parábola de Jesús del Buen Pastor de la que hoy escuchamos la primera parte: ovejas, rebaño, pastor, la escuchamos en estos días de Pascua. Habla de ovejas y rebaños porque se dirigía a una comunidad rural, pastoril, le comprendían perfectamente: sus ovejas, su rebaño eran su todo, lo más querido para quienes le escuchaban.
Pero tal vez, al oír nosotros a Jesús hablar de pastor y de rebaño de ovejas, alguno haya pensado, que para Jesús nosotros somos lo que llamamos, un rebaño. Y es que aunque cada uno nos consideremos como personas, con mis derechos y hasta con mis propiedades, y se enfatice hoy que en nuestras sociedades se protegen nuestros derechos individuales, con mucha frecuencia somos tratados desde diferentes estructuras de poder como rebaño, como corderos, como borregos, pero en el fondo como masa y los que tienen algún poder dirigen, planifican, gobiernan, imponen con mucha frecuencia modos de vivir, costumbres, modas, productos, que hemos de consumir, asimilar, con más o menos conciencia de dependencia.
Alguien puede también pensar que somos un voto a seducir para sumarlo a la lista de éste o de aquel. Basta ver el entusiasmo con que a veces se celebra a los líderes, a quienes aseguran proteger los puestos de trabajo.
En la parábola, que escuchamos este domingo, conviene profundizar el mensaje que nos trasmite esta página del evangelio de Juan. Aunque seamos muchos, Jesús asegura que nos conoce a cada uno. Son palabras suyas: “Mis ovejas escuchan mi voz, yo conozco una a una a mis ovejas y ellas me conocen, he venido para que cada una de ellas tengan vida y la tengan abundante”.
La palabra conocer en el lenguaje bíblico tiene un significado de relación personal, de intimidad amorosa y recíproca. Es la relación que quiere tener Jesús con nosotros. Él nos asegura que nos conoce a fondo, ha dado su vida por cada uno y por todos, así nos ama, espera que le conozcamos, que le amemos, nos fiemos de Él y le sigamos, Él nos da su propia vida, su Espíritu, quiere que tengamos vida abundante.
En otra parábola nos dice que “cuando una oveja abandona el redil, sale en su búsqueda, Él deja las demás y cuando la encuentra, con júbilo y afecto la pone sobre sus hombros, la conduce a casa, al redil familiar”.
Sí, las ovejas somos nosotros, cada uno y todos. La persona humana es para Él una realidad sagrada, somos hermanos suyos, hijos de Dios, Jesús nos comunica su amor, su Espíritu, por eso merecemos el más profundo respeto. Es la relación que nosotros hemos de buscar en nuestra vida, la relación del respeto, de amistad, de la confianza, del amor, la relación que nos ayuda a vivir, con la que ayudemos a vivir a otros.
Así vivió Jesús, así se dio a conocer, no vaciló en tener amigos, en llorar su muerte, en dejarse conmover por todo tipo de miseria, en curar y aliviar a enfermos, en llevar alegría a los desgraciados. Hizo participes a sus amigos de su intimidad, de sus secretos.
Éste es el mensaje de Pascua que venimos escuchando en estos días. Resucitado por el Padre, Jesús nos ha comunicado su Espíritu.
Cuando creamos un clima de respeto mutuo entre toda persona humana, el Reino de Dios se hace más presente entre nosotros, podemos estar seguros de que el Buen Pastor está entre nosotros. Es la llamada que hoy también recibimos.
Volvamos a la parábola. Para el pastor, su gran preocupación, lo más importante son las ovejas, es el punto central de esta parábola. El rebaño no es una masa informe, confusa, que grita y aplaude y vive sin saber por qué ni para qué. Jesús nos dice que su rebaño somos nosotros, las personas. El pastor las conoce una a una, las llama por su nombre, un día nos va a llamar para vivir siempre plenamente con Él, nadie debe ser explotado por quien no entra por la puerta, es porque quien es un explotador, un bandido.
Jesús espera de nosotros, de nuestra intimidad con Él, que comprendamos que junto a nosotros hay otras personas con nuestra misma dignidad por las que Él entrega su vida, por los que los que viven una vida desgraciada, para que hagamos lo posible para que vivan con la dignidad que Dios quiere para todos sus hijos. Lo espera de nosotros, aunque la organización de nuestro mundo lo haga tan difícil. Él lo quiere y espera que hagamos lo que podamos. En esto consiste seguirle. Será la verdadera grandeza de nuestra persona. Es el verdadero sentido de nuestra vida, Él lo quiere.
La figura del pastor bueno con la que Jesús se presenta hoy ante nosotros tiene fuerza para convencernos interiormente y decidirnos a seguirle.
Jesús es el pastor, que un día nos quiere acoger a todos. Éste es su mensaje.
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