BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

El diálogo como medio de enriquecimiento en la diversidad

Posted by antenamisionera en julio 22, 2017

Por Bernardo Baldeón

Vivimos en un mundo cada día más global y a la vez más diverso. Conjugar los dos aspectos no siempre es fácil.

Continuamente las personas estamos confrontando visiones, lo que no significa estar enfrentados, sino que desde formas de ver distintas, podemos crear visiones comunes o al menos compartidas. No siempre se da. Hay momentos en los que determinadas creencias o prejuicios llevan a la confrontación, o incluso a la violencia.

Cuando se comparte lo esencial de los valores se puede dialogar, en el sentido más profundo de la palabra. Es decir, construir aquello que el brasileño Paulo Freire llamaba la “palabra transformadora”, que solo se logra cuando la reflexión y la acción están estrechamente interconectadas, de tal forma que se alimentan recíprocamente. Y vamos construyendo palabras transformadoras que nos integra, nos unen, que nos identifican en una visión compartida.

Muchas veces, incluso en grupos o en personas que pueden tener determinados antagonismos, puede haber algunos puntos de contacto, puede haber algunas visiones compartidas sobre determinado valor. Siempre el debate o el diálogo puede tener un momento constructivo, puede tener un momento de construcción común. Pero el diálogo o el debate tiene que ser un espacio donde, en la mayor equidad posible, podamos nosotros exponer nuestros puntos de vista y escuchar los otros puntos de vista, con respeto, sin tratar de descalificar a quien tiene una posición contraria, sino concentrarnos en el análisis de los argumentos.

Todo esto vale para el ámbito social, político, familiar y también para el ámbito religioso.

¿Qué significa dialogar?

Hace ya años leía un artículo de Paulo Freire donde él habla de lo que realmente significa un auténtico diálogo y cuáles son sus condiciones.

Es interesante cuando Freire habla de las cualidades de diálogo y pone en primer lugar la confianza. Si de entrada no confiamos en el otro, el diálogo nace muerto.

Pero no solo se queda en la confianza, pone como condición la humildad de quien tiene que participar en el diálogo. Si no tengo la capacidad de que puedo estar errado yo, no vamos a ir muy lejos.

Él habla también de que tiene que haber una relación entra acción y reflexión, que debe ser un diálogo que esté inserto en la vida, pero no quedarse en la vida concreta, sino elevarse espiritualmente, avizorar nuevos horizontes, trazar el camino para la realización de los sueños.

Y habla de otro elemento esencial: el amor. Si no tenemos una dosis de amor por los otros, dialogar es muy difícil. Porque el diálogo es tensión, e incluso dejación, es ponerse en el lugar del otro. Y para eso hay que quererse como humanos.

Freire habla de todas esas cualidades y condiciones para el diálogo auténtico. Y no es fácil hacerlo.

Es más fácil comprenderlo, explicarlo, incluso comprometerse uno a quererlo hace, pero es mucho más difícil ser coherentes y prácticos en ese diálogo. Porque conspiran muchas otras cosas en la vida y a veces tu mismo pasado, conspiran contra eso.

Sin quererlo te sale la otra cara, la otra oreja que solo quiere escucharse a sí misma. Por eso es un proceso de auto-transformación muy difícil, a veces angustioso, a veces doloroso, pero que es el camino para poder crecer juntos.

 

Reencontrar nuestro “norte”

Estamos convencidos de que tenemos que seguir propiciando más confianza cada vez, tenemos que seguir debatiendo con humildad; tenemos que saber respetar al que tiene una criterio de diferente y ser capaces de reconocer lo que hay de verdadero en su forma de pensar y ver la realidad en cualquier ámbito de la vida.

Hay un elemento que es difícil de aceptar y asimilar, pero que es imprescindible para un diálogo fructífero. No hablar ya de de tolerancia ni aceptación, que durante un tiempo parecía ser una buena meta. Se quedó corta.

De la tolerancia y la aceptación, tenemos que pasar al estadio de la compresión de cuánto nos enriquece la diversidad.

No tengo que “tolerar” que alguien sea distinto a mí, o piense de forma diferente, sino de darme cuenta de cuánto me puede enriquecer esa persona. Es un paso importante.

Por supuesto todo tiene límites. No vamos a ser ingenuos. El intransigente, el fascista, el dogmático al extremo… es diverso, pero no me enriquece, sino que trata de empobrecerme. Intenta encerrarme en la cueva de una visión unilateral y absolutista.

Debemos, por tanto, volver a nuestro “norte” que es la reafirmación de la vida. No quiere decir que éste sea un mundo de leche y miel. Hay momento de amargura y momentos en que hay límites a ese enriquecimiento en la diversidad.

Tenemos un claro ejemplo en el hijo de un carpintero de Nazaret, Jesús. Escuchó y estuvo cerca de todos. Pero no a todos dio la razón. Tenía claro que los modelos que liberan a las personas son los que convierten a los seres humanos en sujetos de su propia vida y no los que reducen a las personas a objetos de las decisiones o del “trabajo” de otros, ya sea el doctrinal o el político-ideológico.

Por eso se jugó la vida y por eso quisieron terminar con Él crucificándolo fuera de la ciudad. Pero Él y su mensaje siguen vivos.

 

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