BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

La fortaleza de la ternura

Posted by antenamisionera en diciembre 11, 2017

Por Bernardo Baldeón

Con frecuencia identificamos ternura con debilidad. Posiblemente porque hemos reducido la ternura asimilándola únicamente con la figura femenina. Y la mujer, desde una visión patriarcal o machista, siempre ha sido considerada inferior.

La dimensión misionera nace de la fascinación del encuentro con el hombre-Dios que es Cristo, su rostro, su ternura, su amor por cada ser humano conmueve tanto que incita a seguirlo, a amarlo, a imitarlo, a anunciarlo. Por ello mirando a toda la humanidad por la que él se encarnó y entregó su vida, nace un deseo irresistible de atravesar barreras y límites, que nos invitan a ir más allá. Esta es la razón de la misión. Es decir, de salir de uno mismo hacia los que aún no lo conocen pero que son amados por Él, una salida de por vida que implica todo el ser y los afectos, y una salida no solo de uno mismo, sino de los suyos, del propio país, de la propia cultura, de la propia lengua.

Así, los misioneros vivimos el seguimiento de Cristo, Él dejó la casa paterna para encarnarse en la humanidad, así nosotros dejamos el lugar en dónde hemos nacido y el hogar en donde nos sentimos amados, para vivir este amor anunciándolo con nuestra vida con los otros amados de la Trinidad.

La Navidad es la celebración de ese encuentro entre Dios y el hombre, desde la ternura, la sencillez y la pobreza.

De hecho, la ternura nos tiene en la vida. Faltos de ternura moriríamos. Necesitamos ser bienvenidos a la vida, nutridos con amor, reconocidos con una mirada que nos dice: “eres valioso”.

Y aunque sabemos bien que la carencia de ternura en nuestra infancia puede hacer tambalear lo que somos como personas, olvidamos que la ternura permite desplegar lo más humano de nosotros mismos, sin miedos, sin barreras, sin defensas… conectando con lo más genuino que nos habita y con la bondad y la belleza que habita en el mundo, aún en medio de la hostilidad.

Dejar que la ternura atraviese nuestra vida es dejar que emerja nuestra condición más original y verdadera. La ternura nos humaniza y nos permite mirar la realidad con transparencia, acogiéndola tal como es, sin forzarla, sin agredirla, acompañándola y asumiéndola.

Hace más de 600 años escribía un musulmán que vivía en nuestras tierras: “Cuando lo Absoluto se hace cotidiano desprende una ternura que pide ser nombrada”. Sabias palabras que la Biblia expresa de distintas maneras en numerosos pasajes.

De hecho, profetas, poetas y otros autores bíblicos insisten una y otra vez en el Dios de la misericordia y de la ternura, porque posiblemente es así como mejor se expresa su amor, su perdón, su intimidad y su fidelidad.

Nos han repetido hasta la saciedad que tenemos que ser fieles a Dios. Pocas veces nos han dicho que el corazón de la fe cristiana está en el hecho de que Dios es fiel a los hombres, a nosotros, más allá de la respuesta que le demos en cada momento.

La misión evangelizadora de la Iglesia no pasa por transmitir ideas o creencias. El corazón de la misión está en transmitir la ternura y la cercanía de un Dios que nos ama más allá de cuál sea nuestra respuesta.

Feliz Navidad a todos. Que podamos sentir la ternura de nuestro Padre Dios, expresada en Belén, y la comuniquemos a nuestros hermanos.

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