APRENDER A SER FELICES
Posted by antenamisionera en agosto 15, 2018
Domingo 20º TO-B. 19 de Agosto de 2018
Evangelio: Juan 6, 51-58.
El evangelio de Juan desea insistir en algo que considera importante, va poniendo en labios de Jesús palabras que repiten una y otra vez la misma idea con diversos matices: «Yo soy el pan vivo», un pan lleno de vida; «el que me come, vivirá por mí», su vida se nutrirá de la mía; «el que coma de este pan, vivirá para siempre», su vida no terminará en la muerte.
Se está hablando de la eucaristía, pero no solo de ella. La afirmación básica y central es ésta: Jesús es «fuente de vida» para todo el que se alimenta de él. En Jesús no vamos a encontrar ante todo una doctrina o una filosofía; no vamos a encontrarnos con una teología de escribas o una religión fundamentada en la ley. Vamos a encontrarnos con alguien, lleno de Dios, capaz de alimentar nuestro anhelo de vida y vida eterna.
En las sociedades modernas se habla mucho de «calidad de vida».
Desgraciadamente, solo se trata de la calidad de algunos productos. Se diría que la vida mejora cuando mejora el modelo de nuestro coche, la capacidad de nuestro ordenador o la casa donde vivimos. Sin embargo, se puede tener toda la «calidad de vida» que ofrece la sociedad moderna y no saber vivir.
No es extraño ver a personas cuyo único objetivo es llenar el vacío de sus vidas llenándolo de placer, excitación, dinero, ambición y poder. No pocos se dedican a llenar su vida de cosas, pero las cosas siempre son algo muerto, no pueden alimentar nuestro deseo de vivir. No es casual que siga creciendo el número de personas que no conocen la alegría de vivir.
La experiencia cristiana consiste fundamentalmente en alimentar nuestra vida en Jesús, descubriendo la fuerza que encierra para transformarnos poco a poco a lo largo de los días. Jesús infunde siempre un deseo inmenso de vivir y hacer vivir. Un deseo de vivir con más verdad y más amor.
Hay una «calidad de vida» que muchos desconocen y que sólo la disfrutan quienes saben vivir con la sencillez y sobriedad de Jesús, con su mirada atenta al sufrimiento humano, con su deseo de vida digna para todos, con su confianza grande en Dios.
Volver a las raíces
Necesitamos descubrir un nuevo estilo de vivir. Plantearnos todo de una manera nueva. Volver a descubrir el misterio de la vida. Aprender a ser personas más felices.
Y es aquí donde los creyentes debemos escuchar hoy la interpelación de Jesús como fuente de vida y esperanza para todos. Y descubrir el valor imperecedero del evangelio y su capacidad de animar y transformar la vida.
El hombre no encontrará su verdadera felicidad si no retorna a los valores evangélicos más hondos: la sencillez, la sobriedad, la solidaridad con todos, la acogida a los pequeños, la amistad sincera, el encuentro gozoso con el Padre.
Jesús puede infundir de nuevo en nosotros un deseo inmenso de vivir. Un deseo nuevo de verdad, belleza, plenitud. Él puede ayudarnos a descubrir de manera nueva la vida, el amor, las relaciones humanas, la esperanza.
Él puede abrir horizontes nuevos a nuestra libertad. Puede despertar en nosotros nuevas aspiraciones de generosidad. Puede acrecentar nuestra capacidad de aceptar riesgos por la justicia y la verdad.
Como decíamos al principio, en Jesucristo no vamos a encontrar ante todo una doctrina, ni una moral, ni una filosofía. Vamos a encontrarnos con un acontecimiento capaz de dar nueva vida a nuestra existencia: Dios compartiendo la aventura de nuestro vivir diario.
Un Dios que puede abrir nuestra pobre existencia hasta el horizonte de la vida eterna.
¿Seremos capaces de «alimentarnos de este pan?».
Escuchemos la promesa: «El que coma de este pan vivirá para siempre».
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