BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

El dolor tiene rostro humano

Posted by antenamisionera en mayo 16, 2013

Por Jorge Kibeusida3

            «Yo no sé de dónde cogí esta enfermedad. Estoy muerto  pero le deseo a mi familia lo mejor. Les ruego a mi madre y a mi padre que no se olviden de pagar la dote para mi esposa. El dinero que teníais que usar para comprar chapas para construir la nueva casa, por favor, utilícenlo  para comprar dos vacas y pagar la dote para mi esposa, para que mi descendencia sea recordada”.

Fueron las palabras de Joseck Tome Makori el año pasado, un joven keniata  de  23 años, a sus seres queridos. Cuando regresó a casa después de hacer un chequeo médico y había descubierto que padecía SIDA.

Son hace casi 30 años desde que el primer caso de VIH fue registrado en Kenia. Desde entonces muchas personas han muerto y muchas personas han perdido a sus seres queridos a causa de esta enfermedad. No cabe ninguna duda de que esta enfermedad ha causado demasiadas muertes. Sus consecuencias son devastadoras para el continente africano

Se ha hecho famosa la frase de Lenin, “una muerte es una tragedia; un millón de muertes es una estadística”. Las estadísticas son frías mientras que la experiencia personal y de cercanía con los enfermos puede cambiar el rumbo de nuestra vida. Cuando uno de nuestros hermanos, parientes, amigos o conocidos muere por causa de esta enfermedad, nuestro comportamiento puede cambiar. Acompañar a un enfermo de SIDA en la última etapa de su vida hasta la muerte puede ser el momento de caer en la cuenta de que todos los seres humanos compartimos la misma vida a la cual todos tenemos derecho. Solo las personas que fueron víctimas de  esta enfermedad o las familias que los acompañaron en los años ochenta y noventa en países del Tercer Mundo, dónde el sistema sanitario es privado, saben qué significa el dolor, la desesperación, la discriminación y el abandono.

El silencio frente al dolorsida1

En los años noventa  me tocó vivir de cerca esta realidad. Acompañar a una persona muy cercana víctima del SIDA en sus últimos momentos de vida. Experimentó un cambio drástico. De ser un padre de familia fuerte y trabajador se vio reducido a una persona sin fuerzas. En la cama lo vi luchar con la incertidumbre de lo que sería de su familia. Vi a los suyos condenados a caer casi en la de mendicidad después de haber gastado su patrimonio en las medicinas para prolongarle la vida. Vi a los hijos llenos de preocupaciones y con muchas preguntas que no tenían respuestas: ¿quién iba a pagar sus matriculas en la escuela? ¿cómo iba a ser su futuro sin su padre?

Pero de todo, lo que más me impresionó fue el silencio de la gente que los rodeaba. Muchas preguntas que la gente no podía pronunciar en público. Una paradoja del sufrimiento y del silencio. Un silencio tremendo que puede ser peligroso para el mismo pueblo. Un silencio a veces deshonroso. Un silencio que no deja de llamar las cosas por su nombre. La vergüenza de las familias que han sufrido como un ataque frontal: ver a una persona tan rica, tan famosa, trabajadora y sobre todo padre de familia decaer en breve tiempo y morir inexorablemente. Entonces esta enfermedad producía mucha vergüenza y a veces la gente prefería no hablar de ella.

El SIDA en los últimos treinta años ha tenido consecuencias devastadoras no solo sobre la generación joven y sobre las mujeres que son a veces víctimas de violencia y otras desigualdades sostenidas por la sociedad, sino también sobre el continente africano. Es evidente que los jóvenes son el futuro de cualquier sociedad, pero si los futuros ingenieros, médicos, profesores, políticos etc., mueren después de largo tiempo de preparación con los gastos económicos que ello supone para los países africanos, eso significa que esos  países quedan más pobres que antes. Las mujeres en la sociedad africana tienen un puesto especial, ellas son el motor de la familia. El  SIDA  en estos últimos años ha causado el empobrecimiento  y la devastación de la familia africana. Son los niños los que han sufrido mucho las consecuencias de esta enfermedad.sida2

Un drama del continente africano

La muerte de millones de personas tiene severos impactos no solo demográficos sino también económicos y sociales poniendo a todo un continente en una situación difícil para el desarrollo porque todos los sectores de la economía se han visto afectados. Especialmente aquellos invisibles donde la contribución de las mujeres es fundamental: como, por ejemplo, los hogares familiares, la economía informal y el sector agrícola que son fundamentales para las sociedades africanas.  Por ejemplo, a nivel familiar la muerte de aquellas personas que mantienen a la familia y al mismo tiempo son los cuidadores primarios ha contribuido a agravar la pobreza.

Ha aumento del número de huérfanos que han perdido al menos a uno de los padres. Se encuentran en situaciones difíciles por falta de oportunidades educativas, empleo, vivienda, nutrición, salud y bienestar. Algunos  niños terminan en hogares encabezados por otros niños, o como niños de la calle; en  algunos casos esos niños han recurrido a la prostitución y la delincuencia para sobrevivir y esto ha contribuido a una inestabilidad social en el continente africano. En estos últimos años ha habido mucho esfuerzo por parte de muchas organizaciones: Gobiernos, la iglesia, organizaciones internacionales, ONG, pero todavía el camino que queda es largo. Mientras la comunidad científica sigue con sus investigaciones para encontrar la cura contra esta enfermedad, la sociedad africana debe buscar otras respuestas a este problema.

Todas las personas y las comunidades deben participar, dialogar y unir sus esfuerzos para encontrar la respuesta. El compromiso individual de cada persona debe comenzar desde las raíces, es decir desde las comunidades de base: la familia, el clan, la tribu y otros. La responsabilidad personal desde abajo puede efectivamente cambiar la situación actual del SIDA y mejorar la calidad de vida de los enfermos para que no se sientan aislados y abandonados.

Debemos ser más solidarios. El SIDA tiene rostro humano. El sida no es una enfermedad, es un enfermo. Ante el sida no vale el desprecio, ni la discriminación, ni la postura puritana, ni la intolerancia. La única postura es la solidaridad que acompaña a quien ve comprometido el futuro de modo angustioso

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