BLOG DE ANTENA MISIONERA

"Mirar con los ojos de los que sufren"

Cuando Jesús trae división

Posted by antenamisionera en agosto 10, 2016

Domingo 20 del Tiempo Ordinario – 14 de agosto de 2016

Lucas 12, 49.53.fuego

 

No son fáciles las palabras de Jesús: «No he venido a traer paz al mundo, sino división. En adelante una familia estará dividida… el padre contra el hijo y el hijo contra el padre… ¿Se contradice Jesús cuando afirma: “mi paz os doy”? ¿Qué nos quiere decir hoy?

Sin duda que muchas palabras de Jesús de Nazaret se aceptan universalmente sin vacilar, pero hay otras que resultan difíciles de entender, incluso para sus propios seguidores. Algunas de estas palabras las escuchamos en el Evangelio de este domingo: “He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”, y recordamos a Jesús, con un látigo en las manos, expulsando violentamente del templo a los mercaderes que querían convertir la casa de su Padre en “cueva de ladrones”. Sabemos que Jesús no fue violento. ¿Cómo entender sus palabras?

Jesús fue enviado por su Padre, para revelarnos la dignidad de la persona, que somos hijos de Dios; que el más pequeño de los humanos merece el mayor respeto. Jesús predicó ante todo amor, fue su mandamiento. En sus primeras palabras, en el sermón de la montaña, llamó bienaventurados a los que buscan la paz y son perseguidos por ser justos, asegurando que de ellos es el reino de los cielos. El Evangelio de Jesús es ante todo sembrador de paz, de justicia, de fraternidad.

Pero las palabras de Jesús del sermón del monte chocan con comportamientos de todos conocidos, actuales y siempre presentes en la historia: los ultrajes, las violencias, los abusos cometidos contra la dignidad de personas, las masas hambrientas desprovistas de todo derecho a merced de los poderosos que imponen su voluntad, que imponen ante todo sus privilegios que sancionan con leyes que exigen que sean respetadas, que sea guardado el orden social que ellos han impuesto para beneficio de determinados grupos, las crisis violentas que hoy padece la humanidad.

Es frecuente oír, incluso en ambientes cristianos, que ante todo es necesario observar la ley y el orden establecido. Es cierto que la ley y el orden son necesarios en toda sociedad, pero con frecuencia se defienden sin tener en cuenta si el orden establecido es o no es un auténtico desorden social en el que se garantizan o no los derechos de la persona; o si se ha logrado que las masas empobrecidas coman y encuentren trabajo, o si se han eliminado las guerras y las armas nucleares…

Justicia no es lo mismo que orden, es ciertamente necesario el orden en la sociedad, pero es necesario el orden apoyado siempre en la justicia y en el respeto a los derechos inalienable de la persona. Habrá que considerar si el orden establecido es un verdadero orden o es desorden por ser injusto.

El Evangelio de Jesús no es belicoso, sino sembrador de paz, de justicia, de fraternidad para quien se comprometa a ser coherente con él. Y esto no siempre es «bien visto y compartido por todos».

Lucas presenta a un Jesús que es “signo de contradicción”. Él sabe que su forma de vivir y su predicación le están llevando a una condena de muerte. Los poderosos de Jerusalén, religiosos y divisiónpolíticos no están dispuestos a que su mensaje se propague entre las gentes, resulta peligroso para su situación de poder.

Hemos de afirmar que Jesús es signo de contradicción, que Jesús traía división, y no una división y una paz malentendidas promovidas con frecuencia para vivir cómoda y egoístamente.

Jesús fue anunciado como «signo de contradicción» porque hace vivir a la gente en consonancia con su Evangelio o en contraposición con él. No es fácil ver a Jesús como alguien que trae fuego destinado a destruir tanta impureza, mentira, violencia e injusticia, como un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a los hombres y mujeres.

Quien quiera ser creyente en Jesús no puede ser fatalista, buscando, ante todo, tranquilidad y falsa paz. No puede ser inmovilista justificando el actual orden de cosas, sin trabajar con esfuerzo creador y solidario por un mundo mejor; ha de vivir y actuar movido por la aspiración de colaborar en cambiar la humanidad hacia la justicia y el establecimiento de un orden nuevo.

 

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