CUANDO LA VIDA SE DA POR AMOR
Posted by antenamisionera en abril 19, 2018
4º Domingo de Pascua – 22 Abril 2018
Juan 10, 11-18.
El texto del evangelio de hoy está situado en un contexto más amplio de polémica de Jesús con la institución religiosa judía y sus representantes. La palabra clave es «vida». Jesús puede dar vida (salvar) porque está dispuesto a dar la vida (morir). Las autoridades religiosas no pueden dar vida porque no arriesgan la suya, la religión para ellas no es cuestión de vida sino de ley.
Pero este dar vida no es un simple hecho, una constatación casual. Es el cumplimiento de una misión del Padre: «Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan abundante”. Por eso tampoco la entrega de la vida es un accidente, sino producto de asumir voluntariamente esa misión: «Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente».
Dos afirmaciones claves: toda la misión de Jesús tiene una observación, dar vida; ningún otro puede salvar y bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos. Y una consecuencia: a través de la vida de Jesús, dada y recibida (el Espíritu), somos hijos de Dios en permanente crecimiento.
Hay pastores y pastores. No solo es pastor el que pretende guiar, sino el que ofrece salvación. Autoridades, políticos, economistas, ideólogos, hombres de religión, nos ofrecen un futuro feliz y dichoso, ponen al alcance de la mano la salvación.
Pero, hay una regla de discernimiento elemental que Jesús propone a los pastores judíos. Los falsos pastores se dan a conocer en el momento en que toca arriesgar la vida por las ovejas. Y quizá no es necesario tanto. Cuando se pone en cuestión el futuro profesional, la propia fortuna material, la imagen política, la seguridad religiosa, el modelo ideológico, los falsos pastores prefieren poner a salvo esto a salvar al hombre. Cuando ven las orejas al lobo, huyen sin arriesgar nada. Las consecuencias las sufren las ovejas. ¡Cuántos llamados líderes políticos, sociales, religiosos mantienen su posición mientras las ovejas están en una penosa situación de abandono y muerte! En estos momentos críticos, en que es necesario arriesgar algo, se conoce la auténtica verdad: no les importan las ovejas, les importaba solamente sus propios intereses. Jesús da vida, porque arriesga y da la vida; y da la vida, porque le importan los hombres. En realidad, es lo único que le importa. Jesús ahonda en la dinámica que lleva al buen pastor a dar su vida y la que lleva a los falsos pastores a negar la suya. El auténtico pastor conoce a sus ovejas. Jesús las conoce igual que el Padre le conoce a él. Jesús no tiene una relación intelectual con el Padre, sino una relación filial de amor. El conocimiento que Jesús tiene de los hombres tampoco es exterior o intelectual, sino la misma relación de intimidad que le une al Padre. La vida no se da por cualquier conocimiento intelectual, sino por el amor de nuestra vida. Jesús es el amor del Padre. Nosotros somos el amor de Jesús. Estamos en su intimidad.
Los falsos pastores conocen la ley. La ley religiosa, o política, o económica, o ideológica, que presuntamente están el servicio del hombre. Es un conocimiento especializado, exquisito, profesional. Nunca deberán arriesgar nada, porque en el momento de elegir, se quedarán con el sábado antes que con el hombre, con la reactivación económica antes que con la igualdad, con la contundencia ideológica antes que con los derechos humanos. Expertos en ley, nunca conocerán al hombre de carne y hueso, y ocuparán sus poltronas pensando que cumplen una misión histórica.
Mientras lobos sin cuento apenas permiten vivir humanamente y a pleno pulmón a los seres humanos. Jesús «ha recibido del Padre un mandato» (v. 18). El de dar vida. Y bastante para que dé su vida. Los falsos pastores tienen muchos «mandamientos». Los conocerán exhaustivamente. En el mundo habrá cada vez más expertos. También en cuestiones religiosas. Pero nunca darán vida. Para no ver comprometida la suya. Pero Jesús insiste en que no está hablando sólo de las ovejas que hay en el redil (el pueblo judío), sino que su preocupación de dar vida alcanza a toda la humanidad. Su proyecto es universal y su corazón abarca a todos los hombres.
Por eso también, allí donde hay personas, aunque no sean creyentes, que sean capaces de arriesgar fortuna, posición, imagen, incluso su vida, por darla a los demás, encontramos una señal inequívoca de que, quizá sin saberlo, han entrado en contacto con Jesús, son guiados por él y saben de su estilo. La marca de Jesús está siempre allí donde los hombres dan vida y dan de su vida. Las fronteras del redil quedan estrechas para el proyecto de Jesús.
Finalmente, no hace falta recordar que las palabras de Jesús son hoy acontecimiento. Estamos en Pascua. Celebramos la vida recibida, de quien no dudó en arriesgar la suya. Su vida entregada, el Espíritu, es la piedra angular de nuestra comunidad pascual. Es Pascua en la Iglesia. Es Pascua en la humanidad.
Deja una respuesta