Por Frei Betto
Son apabullantes las noticias sobre piratas en las costas de Somalia. Para mí es casi como encontrar, hoy día, dinosaurios en la selva amazónica. Los piratas eran, hasta ahora, personajes legendarios de mi infancia. En el carnaval, disfrazados o no de piratas (turbante rojo de seda en la cabeza, cubreojo negro y espada de palo), cantábamos alegres la famosa marcha de 1947: «Yo soy el pirata de la pata de palo / de ojo de vidrio / de cara de malo…»